EIM consultores

EIM consultores
CENTRADOS EN LAS PERSONAS

jueves, 17 de febrero de 2011

Acabar con el 'no tengo tiempo'

 Hay que alertarse en los “tengo que”, “me gustaría”, “me encantaría, pero...” y poner especial atención en los “quiero”, “voy a por ello”. Estos últimos indicadores de compromiso que expresamos a través del lenguaje hacen de palanca priorizando unas tareas sobre otras. Por eso cuando tenemos claro lo que queremos y estamos involucrados, desaparece la excusa del “no tengo tiempo”.

El grado de compromiso se muestra patente tanto individual como colectivamente. Pensemos en términos deportivos e imaginemos a nuestro equipo en el campo de juego, a los pocos minutos notaremos claramente esa emoción y leeremos la capacidad de compromiso que mantienen en cada momento.

Como en el deporte y en la vida personal, del mismo modo en el trabajo, la responsabilidad, la implicación y el compromiso se hacen presentes durante el desarrollo de las tareas cotidianas. Fomentar esta actitud en el entorno laboral supone crear una conciencia positiva y una mayor y más responsable orientación hacia los objetivos.

El compromiso será un aspecto importante a tener en cuenta en un proceso de coaching para el desarrollo personal y profesional; genera acción y, por tanto, aprendizaje.

 Una vez sopesados los beneficios y riesgos es importante sentirnos libres a la hora de decidir, seguir adelante con un compromiso, renegociarlo o romperlo. En nuestra mano está elegir con qué actitud nos queremos relacionar con nuestras metas



El coach estará atento a la coherencia y correspondencia entre el objetivo que define el cliente y aquello con lo que se compromete. Para descubrir si existe tal correspondencia el coach hace un seguimiento de las acciones que desarrolla el coachee y analiza si están alineadas o no con el objetivo que persigue.

Otro punto a tener en cuenta, es identificar la emoción que se genera cuando una persona o un equipo está comprometido con algo. Si se leen los dominios de actuación en el coaching como son el lenguaje, el cuerpo y la emoción, podremos identificar cuándo una persona está comprometida o no, encontrando emociones como la ilusión, ambición, superación, optimismo y confianza.


La obligación Para ilustrarlo más claramente pensemos en lo contrario al compromiso, la obligación. Utilizaremos un ejemplo: En una sesión de coaching, el coachee expresa el siguiente objetivo “Tengo que aprender inglés para conseguir una promoción interna.”

Si seguimos explorando percibiremos un lenguaje del estilo “esto es lo que hay… si quiero promocionarme tengo que aprender inglés”...”Las cosas son así”...”no hay elección” y “si no lo hago me temo las consecuencias…”. Posiblemente la corporalidad irá acorde con esta actitud, será cerrada y no expansiva. Y la emoción es muy probable que sea de desgana, desilusión y falta de compromiso.

Los tres dominios, tanto el lenguaje, cuerpo y la emoción muestran coherencia y, leyendo cualquiera de ellos, observamos indicios de una falta de compromiso.

En este ejemplo nos damos cuenta de que el ejecutivo se está relacionando con ese objetivo desde la obligación, se siente forzado, puede ser por las circunstancias, por la cultura de su empresa, porque se lo ha pedido su jefe, por él mismo o por cualquier otra razón. Si esta situación la vive como algo que tiene que hacer y si la persona siente que el no hacerlo pudiera acarrearle consecuencias negativas, se está relacionando desde la obligación.

Por otro lado, paradójicamente, podemos vivir un compromiso, asimismo, desde la perspectiva de la obligación. Esto puede suceder cuando nos hemos comprometido a priori con alguien o con algo y no vamos a ser capaces de cumplirlo o el hecho de cumplirlo nos puede originar importantes complicaciones. En este caso, si seguimos adelante con el compromiso, se puede convertir en una obligación. Y si lo rompemos lo hemos incumplido. ¿Qué hacemos?

Un compromiso se puede renegociar e incluso romperse, una persona tiene la flexibilidad y la elección de decir qué hacer en cada momento. Es importante señalar que si un profesional está continuamente renegociando y rompiendo sus compromisos, su imagen pública puede verse perjudicada y eso afecta a su credibilidad. Sin embargo, una vez sopesados los beneficios y riesgos es importante sentirnos libres a la hora de decidir si seguir adelante con un compromiso, renegociarlo o romperlo. En nuestra mano está elegir con qué actitud nos queremos relacionar con nuestras metas.

En definitiva, el compromiso tiene la potencia que cada uno de nosotros decidamos libremente darle, y dependerá de que nos posicionemos desde dónde queremos vivirlo, que actuemos o no de acuerdo con el objetivo que perseguimos. Y que nos preguntemos ¿desde qué emoción queremos sentirlo?, ¿con qué actitud? y ¿con qué lenguaje?



Publicado en el Expansión y Empleo (16.02.2011 Maite Gómez Checa)

martes, 15 de febrero de 2011

EL MODELO DE LOS ESTADOS DEL YO



Eric Berne afirma que todos los seres humanos manifiestan tres estados del yo, definidos como sistemas coherentes de pensamiento y sentimiento manifestados por los correspondientes patrones de conducta. Es como si en cada persona existiera la misma criatura que ésta fue cuando tenía tres años. También hay en ella sus propios padres, en forma de grabaciones en el cerebro de auténticas experiencias de acontecimientos interiores y externos, los más importantes de los cuales se produjeron durante los cinco primeros años de vida. Y un tercer estado que es diferente. A los dos primeros los llamamos el Padre y el Niño y al tercero el Adulto.

Estos tres estados no son papeles sino realidades psicológicas. El estado es producido por la reproducción de datos registrados de acontecimientos del pasado, que se refieren a personas reales, tiempos reales, lugares reales, decisiones reales y sentimientos también reales. Los cambios de un estado a otro se manifiestan en la actitud, el aspecto, las palabras y los gestos.

Un Estado del Yo es "un sistema de emociones y pensamientos acompañado de su conjunto afín de patrones de conducta". (Berne, 1964,1987).

La misma idea de estado hace referencia al hecho, que todos conocemos, que una persona no siempre está con las mismas emociones, no siempre piensa lo mismo y no siempre se comporta externamente (habla y actúa) de la misma manera. Podemos cambiar de estado de un momento a otro y podemos tener conciencia de esos cambios y de esos diferentes estados. Pero son estados de un mismo yo, de una misma concepción de sí mismo más o menos estable y también más o menos dinámica, es decir cambiante con el tiempo conforme cambian las circunstancias externas e internas, y conforme vamos creciendo y vamos teniendo más experiencias en la vida.

viernes, 11 de febrero de 2011

Análisis Transaccional

La filosofía del Análisis Transaccional, basada en la filosofía humanista, parte del principio de que “todos nacemos bien”. Berne decía metafóricamente “todos nacemos príncipes y princesas”. Después en nuestras relaciones con los demás tomamos decisiones autolimitadoras con las que nos convertimos en “sapos o ranas encantadas”. Pero básicamente "Yo soy (OK) - Tú eres (OK)" como persona. Soy una persona digna de confianza y respeto básico en mi mismo y en el otro.

El segundo principio en que se basa el AT es que todos tenemos un cierto potencial humano determinado por los condicionamientos genéticos, circunstanciales de salud, y sociales de origen y procedencia, pero un cierto potencial humano, que podemos desarrollar. Las limitaciones externas al desarrollo de nuestro potencial humano, y sobre todo las limitaciones internas decididas tempranamente, producen la infelicidad, la auto-limitación de las habilidades personales para resolver problemas y enfrentarnos a la vida y en definitiva la
patología. De modo que yo soy responsable de mi vida y decido lo que es bueno para mi.

El tercer principio en que basa su filosofía el A.T. es que todos podemos cambiar en pos de la autonomía y tenemos los recursos necesarios para hacerlo. Estos recursos pueden ser personales o relacionales e incluyen la posibilidad de tomar nuevas decisiones más autopotenciadoras. El Análisis Transaccional usa información referente a la forma en que las personas -interactuan-o- transaccionan- uno con otro, desde cada uno de los Estados del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Del análisis de estas interacciones, el análisis transaccional, con ayuda de los contratos terapéuticos, pueden ayudar a las personas a corregir patrones disfuncionales e improductivos del comportamiento diario que llamamos juegos y al hacerlo ayudan a que las personas a abandonar formas de interacción durante gran tiempo profundamente sostenidas, y que resultan nocivas y autolimitantes.

jueves, 3 de febrero de 2011

Aprendizaje

El aprendizaje de una habilidad tiende a seguir cuatro etapas generales. Mientras lee estos párrafos, piense de qué manera el aprendizaje de una habilidad, como la de conducir, encaja en este marco. La primera etapa recibe el nombre de INCOMPETENCIA INCONSCIENTE : no sólo ignora usted lo que ha de hacer, sino que tampoco tiene ninguna experiencia de ello. Esta es la etapa de la ‘ignorancia dichosa’. Para un niño, la conducción de un coche es un misterio.

La segunda etapa es la de la INCOMPETENCIA INCONSCIENTE. Ha empezado usted a hacerlo y no tardan en surgir los problemas. Esta etapa exige toda su atención consciente. Es la más incómoda, pero también es la etapa en que más aprende. Puesto que es incómoda, resulta importante que los formadores apoyen plenamente a los alumnos y les expliquen que esa incomodidad es señal de que están aprendiendo. Si la etapa de la incompetencia consciente se hace demasiado larga o demasiado incómoda, los alumnos pueden desalentarse, y por eso es importante dividir la habilidad en fragmentos manejables.

A continuación se llega a la etapa de la COMPETENCIA CONSCIENTE, en la que es usted capaz de hacerlo, pero aplicando atención y concentración.

Por último, está la etapa de la COMPETENCIA INCONSCIENTE. La habilidad se convierte en una serie de hábitos automáticos y su mente consciente queda en libertad para escuchar la radio, mirar el paisaje o mantener una conversación mientras usted conduce.

El conocimiento, como vemos, no significa sólo acumulación de información, sino competencia para la acción